Recientemente estuve trabajando en un proyecto en el interior de la república, que disfruté mucho y que, entre otras cosas, me ha dado tema para reflexionar sobre una situación común en las empresas familiares, sin importar dónde estén ubicadas, ni cual sea la situación por la que atraviesan, y me refiero a la siguiente pregunta:
¿Es en verdad que la capacitación ocupa el último renglón en las prioridades en la mayoría de las empresas familiares?
La respuesta, desafortunadamente, es un contundente "SI", y no solo en las empresas familiares, sino en muchas de las empresas llamadas "grandes".
En realidad son muchas las variables que afectan el impulso en los programas de capacitación, pero la más importante es la siguiente:
Las empresas cada vez quieren invertir menos en la persona, y la razón que los propios directores ofrecen es, curiosamente, la baja probabilidad de que un empleado promedio se comprometa, por muchos años, a trabajar de forma dedicada en sus empresas.
Por lo tanto la responsabilidad de la capacitación recae, hoy en día, en el propio individuo.
Así que ahora el empleado debe:
Cuando uno reflexiona en este tema, sin tomar partido, podemos llegar a entender porque el empleado no crea un vínculo y un sentido de pertenencia con la empresa, y porque es muy probable que en la primera oportunidad busqué reubicarse en otra empresa que le ofrezca una mínima oportunidad de formación, y al mismo tiempo, podemos entender la posición del empresario de no querer invertir en este rubro porque, evidentemente, no percibe lealtad de parte del empleado, creándose de esta forma un círculo destructivo.
La pregunta importante sería: ¿es posible encontrar una relación de beneficio mutuo?
La respuesta es igualmente un contundente SI.
La mayoría de las empresas necesitan personal mejor capacitado para el desempeño de sus actividades diarias, y por otro lado el empleado necesita dar un mejor rendimiento en su desempeño individual, y este segundo sabe que la mejor herramienta es la capacitación.
La capacitación, por lo tanto, es una gran oportunidad para crear un vínculo valioso entre el empleado y el empleador que se traduzca en un mejor desempeño y en la consecución de la metas de la empresa. Debemos ser muy creativos para crear modelos de capacitación competitivos que sean de valor, tanto para la empres como para el empleado.
Recuerden, no importa el tamaño de la organización, ni la situación económica por la pasa, la capacitación puede ser el diferenciador para impulsar a la empresa. Seamos creativos!
Saludos cordiales,
Jesús VARGAS
¿Es en verdad que la capacitación ocupa el último renglón en las prioridades en la mayoría de las empresas familiares?
La respuesta, desafortunadamente, es un contundente "SI", y no solo en las empresas familiares, sino en muchas de las empresas llamadas "grandes".
En realidad son muchas las variables que afectan el impulso en los programas de capacitación, pero la más importante es la siguiente:
Las empresas cada vez quieren invertir menos en la persona, y la razón que los propios directores ofrecen es, curiosamente, la baja probabilidad de que un empleado promedio se comprometa, por muchos años, a trabajar de forma dedicada en sus empresas.
Por lo tanto la responsabilidad de la capacitación recae, hoy en día, en el propio individuo.
Así que ahora el empleado debe:
- Dedicar parte de su tiempo a la investigación de los programas disponibles que ofertan empresas capacitadoras,
- Considerar el monto y el tiempo de inversión necesarios para atender el programa (esperando que pueda cubrirlo con sus propios ingresos) y,
- No menos importante, es más yo diría determinante, conseguir la autorización de la propia empresa que, evidentemente pondrá especial cuidado en que el tiempo de capacitación no afecte los horarios de trabajo.
Cuando uno reflexiona en este tema, sin tomar partido, podemos llegar a entender porque el empleado no crea un vínculo y un sentido de pertenencia con la empresa, y porque es muy probable que en la primera oportunidad busqué reubicarse en otra empresa que le ofrezca una mínima oportunidad de formación, y al mismo tiempo, podemos entender la posición del empresario de no querer invertir en este rubro porque, evidentemente, no percibe lealtad de parte del empleado, creándose de esta forma un círculo destructivo.
La pregunta importante sería: ¿es posible encontrar una relación de beneficio mutuo?
La respuesta es igualmente un contundente SI.
La mayoría de las empresas necesitan personal mejor capacitado para el desempeño de sus actividades diarias, y por otro lado el empleado necesita dar un mejor rendimiento en su desempeño individual, y este segundo sabe que la mejor herramienta es la capacitación.
La capacitación, por lo tanto, es una gran oportunidad para crear un vínculo valioso entre el empleado y el empleador que se traduzca en un mejor desempeño y en la consecución de la metas de la empresa. Debemos ser muy creativos para crear modelos de capacitación competitivos que sean de valor, tanto para la empres como para el empleado.
Recuerden, no importa el tamaño de la organización, ni la situación económica por la pasa, la capacitación puede ser el diferenciador para impulsar a la empresa. Seamos creativos!
Saludos cordiales,
Jesús VARGAS
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